Del libro a la pantalla

A la hora de llevar una historia a la pantalla, los productores de cine y televisión se encuentran ante una disyuntiva: elegir un guión completamente original y nuevo, o comprar los derechos de libros queridos por el público.

Elegir = tomar riesgos

Las adaptaciones cinematográficas se ven beneficiadas por las tramas ya probadas y aprobadas por los lectores y por un público fanático muy leal a la historia. Por el contrario, al elegir un libro original, al no estar probado del todo, solo se puede saber si la trama es exitosa una vez que se estrena.

El éxito de las adaptaciones cinematográficas puede ser tomado de dos maneras: es una evidencia de que los espectadores de cine aman la literatura, o es una señal de que las historias que ya han sido escuchadas por las audiencias terminan teniendo más éxito que los guiones originales.

El lector crea imágenes mentales de lo que está leyendo, es una actividad prácticamente inconsciente. Como fanáticos, posiblemente alguna vez dijimos “en el libro esto era mejor” o “en el libro esto era distinto”... Esa imagen que nos creamos de los personajes y de los contextos después puede terminar no coincidiendo con lo que los productores eligen al llevarlo a la pantalla, y eso puede resultar en fracaso de ese producto.

¿Cuál es el secreto del éxito, entonces?

Eso es difícil de descifrar… Lo único que se sabe es que los productores eligen correr un poco menos de riesgo eligiendo algo que ya fue probado por el público masivo. Lógicamente sigue siendo riesgoso, como cualquier proyecto, porque en cualquier otra decisión pueden equivocarse y arruinar el producto, por más que esté basado en un buen libro…

Mientras, nosotros sigamos disfrutando de nuestros libros favoritos en la pantalla, quejándonos de que otros actores hubiésemos elegido para interpretar a nuestros personajes favoritos y volviéndonos a enamorar de las historias que ya nos capturaron por primera vez y ahora nos atrapan de nuevo.